jueves, 8 de octubre de 2009

Esta noche he tenido un sueño

No sé si ha sido la visión de los apretones de Gallardón a Zapatero en el brazo, cuando conocieron que la candidatura olímpica de Madrid pasaba victoriosa la segunda votación en Copenhague, o si habrán sido sus besos a Esperanza Aguirre en esos efímeros momentos de euforia. Quizá haya sido el simple hecho de ver a Rajoy y Zapatero en la misma bancada, trabajando codo a codo por un objetivo común…. Y el rey, todos en el mismo equipo.

Posiblemente ha podido influir esa sensación de unidad nacional que la atención mediática puesta en la malograda aventura olímpica de Madrid nos ha transmitido a todos sin quererlo. Tanta gente en la calle, tanto pueblo español pendiente de televisores y aparatos de radio… Un solo objetivo, y una unidad, al menos aparente, sin fisuras, que cuanto menos reconfortaba el espíritu por lo extraña.

¿O habrá sido la imagen que todavía guardo en la retina de la reunión que esta misma semana mantuvieron el Ministro de Educación, Ángel Gabilondo, con Mª Dolores de Cospedal, para explorar la posibilidad de pactar la reforma del modelo educativo?

Quizá también ha podido tener algo que ver las palabras pronunciadas por nuestro eurodiputado el profesor Sosa Wagner, anteayer en el Ateneo Gaditano, al que tuve la oportunidad de escuchar. Esa referencia a Alemania, un estado donde saben que con las cosas importantes no se juega, donde han pactado entre todas las fuerzas políticas con representación significativa los cambios constitucionales que han estimado necesarios, con perspectiva de estado, federal, pero estado, con amplitud de miras.

Tampoco descarto que el ejercicio de racionalidad, mejorable, pero racionalidad a fin de cuentas si comparamos con la situación anterior, que desde hace unos meses nos están ofreciendo en Euskadi, tanto López como Basagoiti, me haya dejado un poso que ha permitido incrementar mi confianza en el ser humano, la esperanza de que todo es posible.

Sinceramente no lo sé, pero supongo que toda esa amalgama de visiones, recuerdos y sensaciones habrá influido para que esta noche haya disfrutado de un dulce sueño reparador y alentador. He soñado que el Gobierno del PSOE decidía iniciar conversaciones con el Partido Popular para buscar soluciones de consenso a la sangría de puestos de trabajo con la que la crisis se ha cebado en España, planteando soluciones desde la unidad y la racionalidad.

Por un momento pasaban a un segundo plano los intereses partidistas y priorizaban el bien de España, mejor dicho de los españoles, que a fin de cuenta son los que sienten y padecen, España, como ente abstracto que es, no hace ni lo uno ni lo otro, y mejor dicho aún de las personas que viven en este trozo de la vieja Europa, incluyendo a los nuevos españoles llegados en los últimos años de otras parte del mundo, que tanto han contribuido a enriquecernos culturalmente, mejorar nuestra economía y el nivel de bienestar durante los no tan lejanos años de bonanza.

En los escasos minutos que ha durado el sueño, y eso es lo que tienen los sueños, ha dado tiempo a que pactaran una justicia independiente, una nueva ley electoral que tenga en el ciudadano y no en el territorio el objeto de derecho, han acordado un modelo educativo basado en el mérito y la calidad, han tomado medidas para evitar el clientelismo, las relaciones de dependencia de los políticos con sus formaciones, han acordado desarrollar un cambio en las condiciones de los funcionarios para primar el mérito, la entrega y la profesionalidad, mejorando los salarios y condiciones laborales de los eficaces, y retirando del sistema a la parte parásita. Han acordado reducir las antiguas estructuras administrativas que lastran nuestro desarrollo, Diputaciones Provinciales y otros organismos y empresas públicas ineficientes y anquilosadas. Han decidido reconducir el modelo territorial con miras a mantener una necesaria descentralización administrativa sin duplicar estructuras ni generar reinos de taifas que rompen la unidad de mercado y utilizan ese sagrado sentimiento de pertenencia cultural con fines inconfesables. Han decidido volver a dar al individuo la libertad de expresarse en la lengua que le venga en gana, sin imposiciones, coacciones ni restricciones. Han llegado incluso a pactar que si hace falta tomarán medidas impopulares en relación con el agua o la energía, si los expertos las aconsejan como únicas soluciones viables.

El sueño ha acabado, como no podía ser de otra forma, con la disolución de Unión Progreso y Democracia, porque ya no éramos necesarios. Y efectivamente ha sido un sueño, no una pesadilla, porque nada puede ser más ansiado por un militante de esta fuerza política que los objetivos marcados se consigan, y digo que se consigan, no necesariamente que seamos nosotros los que los consigamos. Ya lo decimos en el último párrafo de nuestro Manifiesto Fundacional: “UPyD sólo aspira a existir mientras sea necesario para resolver los problemas que nos preocupan”. No puedo ni imaginarme lo que la disolución de su partido significaría para cualquier profesional de la política de los partidos tradicionales, un verdadero drama, una auténtica pesadilla, un ¿y ahora a qué me dedico?.

Pues bien, efectivamente ha sido un sueño, nada de esto va a pasar, seguimos siendo tremendamente necesarios, más que nunca. El lunes Zapatero, Rajoy, Aguirre, Gallardón, Pajines, Blancos y Cospedales volverán al circo, al teatro, con perdón para los cómicos, a seguir representando ese papel que también se les da, de servidores del interés general.