domingo, 30 de octubre de 2011

DESAPRENDER PARA AVANZAR

Dice un relato que en un acuartelamiento había una plaza con bancos en los que nadie se podía sentar. Tal era la norma, se había convertido en costumbre y ya nadie la cuestionaba aunque el cansancio les superara o se encontraran absurdamente de pie junto a ellos. Un nuevo coronel tomó posesión del mando y se preguntó el origen de tal situación. Rebuscó en los archivos y halló en su registro, varias décadas y predecesores en su cargo anteriores, la siguiente ordenanza:

"Orden del día N° 447, del 15 de julio de 1928. Teniendo a la vista que a fines de semana recibiremos, en esta ciudad, la visita del señor Gobernador, quien inspeccionará las nuevas obras del puente de Cabritas. Ordénese:
PRIMERO: Pintar todos los bancos de la plaza.
SEGUNDO: Colocar ordenanzas para evitar que alguien se siente en los mismos.
REGISTRESE, PUBLIQUESE, Y ARCHIVESE”.

Desconozco si la historia es verídica o no, pero viene al pelo para ilustrar lo importante que es que de vez en cuando se abran las ventanas, se haga correr el aire, se revuelva el gallinero y nos permitamos planteárnoslo todo de nuevo. Resulta evidente que algo así sólo lo puede hacer alguien que no forme parte del sistema, que no esté impregnado e imbuido de su dinámica.

También el mundo empresarial se ha dado cuenta de la importancia de este tipo de cambios en las organizaciones, y hace años que ha introducido el concepto Thinking outside the box, que traducido al español viene a ser “pensando fuera de la caja”, y que viene a plantear la necesidad que tienen las empresas que pretendan ser innovadoras y permanecer vivas y competitivas de replantearse periódicamente todo: organización, estructuras, procesos, objetivos… Eso es algo que sólo pueden hacer con éxito consultores externos o miembros de la plantilla que rotan sus puestos para poder aportar una visión externa.

No creo que exista un ámbito en el que esta práctica sea más necesaria que en la política, especialmente la española. Nuestra Administración requiere con urgencia una revisión a fondo. Aquí no hay empresarios innovadores a los que les vaya en suerte el futuro de su empresa, aquí sólo los ciudadanos, administrados, usuarios, votantes, a los que por supuesto nos va el futuro personal y el de nuestros hijos, podemos propiciar este tipo de revisiones. Igual que en el mundo empresarial, serán recién llegados, nueva savia, los únicos que puedan evidenciar las estupideces institucionalizadas.

Entre otras cosas para eso ha nacido UPyD. Ha tenido que venir este elemento externo al consorcio bipartidista-nacionalista, para decir obviedades: las diputaciones no son necesarias, el Senado es inútil tal y como está diseñado ahora, tenemos demasiados ayuntamientos que sirven a los ciudadanos de forma muy cara e ineficaz, tenemos que reducir el ingente número de entes públicos empresariales, tenemos un modelo territorial inviable, hay que cortar la sangría competencial y recuperar para el estado las competencias que garantizan la igualdad, como son la educación, la sanidad o la gestión de los recursos naturales estratégicos como el agua, tenemos que devolver a la Justicia la independencia que nunca debió haber perdido haciendo que los partidos quiten sus manos de ella, tenemos que profesionalizar las cajas de ahorro, tenemos que devolver la autonomía a los funcionarios, eliminando cualquier rastro de presión política…

Todas estas cosas obvias, que ningún laboratorio de ideas del PPSOE ha sido capaz de poner sobre la mesa, UPyD las grita al viento, a las redes sociales, a los medios de comunicación, lo hacemos siempre que podemos y como podemos, pero no cabe ninguna duda de que será a partir del 20 de noviembre, con grupo parlamentario propio y un buen puñado de diputados, cuando podremos condicionar la política y propiciar estos cambios necesarios. Nadie piense que los partidos viejos van a asumirlos aunque algunos los planteen como recurso electoralista. Ellos no entienden el concepto regeneración democrática, porque ya les va bien, les ha costado mucho generar una democracia a su conveniencia, para permitir que nadie venga a hacerles la pascua regenerándola.

En manos de los ciudadanos está que el 21 de noviembre podamos empezar a sentarnos en los bancos de la plaza o sigamos mirándolos con cara de bobos e indignados, sin entender por qué las cosas son como son.

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