domingo, 9 de octubre de 2011

LAS ENSEÑANZAS DE LA CRISIS

La crisis que estamos viviendo ha traído muchos problemas nuevos a los españoles, y ha sacado a flote muchos viejos vicios y formas de hacer, ignoradas o toleradas hasta ahora, pero que los ciudadanos ya no van a dejar pasar más.

Estas podríamos considerarlas las enseñanzas de la crisis, y si somos, que lo somos, una sociedad despierta e inteligente, aprenderemos de ello. En el mundo empresarial se dice que de las crisis los que salen lo hacen reforzados. De esta crisis vamos a salir todos, también los cinco millones de parados que hace tiempo que no ven el cielo abierto, pero estamos obligados como sociedad a salir más responsables, más concienciados, más honestos, mejores de lo que entramos.

Me atrevo a extractar dos decálogos de enseñanzas de la crisis, esas cosas que los ciudadanos de la España de 2007 no consideraban y en la España de finales de 2011 las tienen muy presentes, aunque quizá en algún caso me haya podido más el deseo que la constatación de la realidad. Son sólo algunas de las enseñanzas; seguro que hay muchas más, tan necesarias como éstas o más.

Las he agrupado en dos clases, las que los ciudadanos nos aplicaremos a nosotros mismos, y las que exigiremos a nuestros representantes políticos y la Administración:

Para nosotros mismos

1. El empleo público no siempre es seguro, lo único seguro es el empleo que aporta un valor añadido a la sociedad: si te pagan por permanecer todo el día sentado delante de un ordenador sin hacer nada útil, ten por seguro que algún día no podrán seguir haciéndolo.

2. Dejar los estudios para ganar dinero fácil trabajando, nunca es una buena opción. A medio o largo plazo, te acabarás arrepintiendo.

3. Emprender, empezar de nuevo en otro lugar con mayores oportunidades no es una derrota, es una solución vital que a la larga nos hará más fuertes.

4. Todo puesto de trabajo que no sea estrictamente necesario en una empresa acabará perdiéndose, toda empresa que no sea necesaria en el mercado, también. La eficiencia no es una opción que pueda ser elegida o no.

5. Los empresarios no son malos y los contratados por cuenta ajena buenos por naturaleza. Hay sinvergüenzas y héroes en ambos grupos. Pasar de un grupo a otro es posible y deseable; en el mundo moderno y civilizado es lo normal.

6. Si quieres que algo cambie, hay que hacerlo por uno mismo, o al menos poner todo nuestro empeño personal en ello.

7. No se le puede pedir prestado a un banco una cantidad si no se tienen previsiones realistas de poder devolverla.

8. Ya no nos hará tanta gracia que un amigo o vecino nos cuente como defrauda al fisco o se aprovecha de unas ayudas públicas, becas o subsidios engañando a la Administración. Le haremos saber que no nos parece bien o lo denunciaremos.

9. Es la primera vez en la historia que las previsiones de calidad de vida futura de nuestros hijos son peores que las que hemos tenido nosotros. Tenemos que sentirnos corresponsables y ponernos manos a la obra para cambiarlo.

10. Los ciudadanos que no se preocupan de la política, acaban siendo gobernados por políticos que no se preocupan de los ciudadanos. Ser apolítico no es una opción, es una estupidez.

Para la Administración y los representantes políticos

1. No podemos mantener estructuras administrativas ineficientes, inservibles, gigantescas o no justificadas. La Administración no debe ser algo rígido e inamovible sino adaptarse para dar el mejor servicio a los ciudadanos en cada momento: no necesitamos decenas de miles de entidades públicas empresariales, agencias, observatorios, diputaciones, tantos ayuntamientos…

2. La endogamia y el monopolio, tanto en las empresas como en la política, siempre perjudican al ciudadano, reduciendo la calidad de los bienes y servicios en el primer caso, y la de la democracia y la gestión pública en el segundo. El bipartidismo es un monopolio, pactado sobre la base de una ley electoral injusta.

3. Una sociedad en la que la calidad de la educación deja de ser la máxima prioridad nacional y no se considera algo sagrado y fuera del debate partidista, está condenada al fracaso.

4. La justicia tiene que modernizarse, ser rápida y eficaz, pero sobretodo tiene que ser independiente del poder político. No es posible la democracia real sin una separación de poderes real.

5. No dejaremos que la protección social, el estado del bienestar, se pueda poner en peligro por la falta de control en el gasto y el fraude en la aplicación de las ayudas. Cada vez que alguien que no lo necesita se aprovecha de ayudas públicas, se compromete que éstas lleguen a quien realmente las merece y necesita.

6. Hay que velar mucho más y mejor por lo que hacen con nuestro dinero, qué infraestructuras se hacen, a quién y qué se contrata, a quien se subvenciona, y para qué. Exigir una transparencia absoluta en la gestión de lo público es la única solución.

7. Tenemos que ser capaces de generar riqueza produciendo bienes y servicios de calidad, exportables a costos competitivos, ello sólo se puede hacer incrementando la productividad de nuestras empresas, la investigación y el desarrollo.

8. Las asociaciones empresariales y sindicales no pueden seguir siendo receptoras de enormes subvenciones públicas para formación y otras excusas. Su fuente de financiación principal ha de ser las cuotas voluntarias de sus afiliados.

9. No admitiremos más que los directivos de cajas de ahorros u otras entidades públicas obtengan indemnizaciones millonarias. Tampoco los de las privadas subvencionadas con dinero público.

10. No admitiremos más la impunidad con la que los políticos y administradores corruptos, imputados y condenados saldan sus delitos. No puede salir tan barato y traer a cuenta pasar por la cárcel dos años si se han garantizado la riqueza para el resto de su vida.


Hay quien a todo esto le ha pillado de sorpresa y sigue negando que lo que nos pasa sea culpa nuestra, hay quien piensa que podremos reconducir la situación sin hacer cambios importantes, por lo que sólo aspira a suceder al anterior y alternarse en el poder, y hay quien ya decía todo esto en 2007, antes de que los indignados salieran a la calle y seguimos sabiendo y diciendo que sin cambios profundos y estructurales no saldremos del pozo.

No quiero acabar si hacer una última reflexión: una ciudadanía consciente y responsable debe saber que las cosas no cambian solas, que en un sistema democrático todo depende del mayor acto de responsabilidad que como ciudadanos tenemos la obligación de ejercer, el voto.  #20NUPyD.

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