viernes, 23 de marzo de 2012

NO NOS AVERGÜENZAN

Rosa, Carlos, Álvaro, Toni, Irene, Francisco, Gorka, Luis, Ramón, Elvira, Enrique, Gabriel, Loreto, Alberto, Juan Luis, David, Cristina, Jaime, Patricia, Luis Mariano, Anselmo, Ricardo, José, Miguel Ángel, Emilio, María Celia, Marina, Eva María, María Cristina, Fernando, Antonio, Vicente Manuel, José Antonio, Emilio, Iván, José Luis, Esperanza, Cristiano, Tomás, Antonio, Carmen, Javier, Lourdes, Juan Carlos, José Luis, Francisco, José Antonio, Enrique, Victoria, María José, Jorge, Mercedes, Juan Ramón, Felipe, María del Carmen, Jesús, Francisco, Enrique, Gudelio, María Isabel, Fernando, Luis Manuel, María Isabel, Manuel Ángel, José Luis, Roberto, Pilar, Alejandro, Germán, Marcos, Juana, Pedro, Helena, María Isabel, Fernando, Emilio, Domingo, Mateo, Ángel, Francisco José, Desiderio, Mayte, María del Carmen, Manuel, Sonia, Juan, Victoriano, Manuel, Isabel, Inmaculada, Adela, Isabel, Eva María, Amparo, Juana, Felipe, Ramón, José Antonio, Trinidad, Carlos, Nicolás Eladio, Mª Fernanda, Estanislao, Ana María, Agustín, José Luis, Bienvenido, Emilia, Eduardo, Miguel Ángel, Manuel José, Ana Rosa, Álvaro, Asunción, Teógenes, Mª Ángeles, Teresa, Ramiro, Sonsoles, Mónica, Fernando, Santos, Javier, Mª Paz, Carlos, Germán, Adoración, Abel, Roberto, María Rosario, Julián, José Daniel, Francisco Javier, Ramón, Miguel Ángel, José Antonio, Águeda, José, Miguel Ángel, Andrés, Carolina, Rocío, Pedro, Rosa Ana, César, Alex, Santiago, Fernando, Enrique, César, Armando, Antonio, Caridad, Antonio, Félix Ignacio, David, Rubén Juan, José Antonio, Miguel, José Luis, Encarnación, Rafael y Mario José.

Todos ellos tienen en común dos cosas: la primera es que todos son cargos electos de UPyD y la segunda que no nos avergüenzan. Los representantes de UPyD en las instituciones pueden llevar a gala que no avergüenzan a sus compañeros de partido ni defraudan a sus votantes, y eso los distingue de todos los demás cargos públicos españoles.

Es lamentable tener que destacar algo así, pero desgraciadamente la clase política española, la que con su contumaz persistencia en el latrocinio, su dejadez, su mirar para otro lado o sus intereses de partido, han convertido la más noble dedicación, lo que debería ser el inmenso honor del servicio público en algo denostado que nos avergüenza, ha hecho necesario mencionarlo.

Es cierto que pocos tienen poder, en el sentido de responsabilidad de gobierno o posibilidad de condicionarlo, pero todos han tenido la oportunidad de avergonzarnos, de mirar para otro lado, de ser incoherentes, de hacer lo contrario de lo que dicen, de no ir a los plenos, de ser vagos, de no dar ejemplo..., y ninguno lo ha hecho. Todos siguen a la altura de un partido que ha nacido para estar a la altura, para devolver la dignidad a la política. Y que nadie se engañe, no son de otra pasta, son tan humanos, tan débiles o tan fuertes como el resto, y aunque la madera con la que están hechos ayuda, las limitaciones autoimpuestas por la organización también.

En este día sábado 24 de marzo, jornada de reflexión de las elecciones al Parlamento de Andalucía y la Junta General de Principado de Asturias, se pueden hacer muchas consideraciones: hemos explicado las razones, las propuestas, los principios, las formas que caracterizarán a UPyD, pero no está de más destacar que los equipos que encabezan Martín y Nacho, las personas de UPyD que han decidido dar el paso y que tendrán la responsabilidad de representar a los ciudadanos en ambas instituciones, van a sumarse a esa relación de personas honradas que han decidido pasar por la política para cambiarla, no para lucrarse, ni para hacer amigos, ni para participar en el pasteleo, en el orden establecido, en el pacto tácito que dice que perro no come perro, en esa representación de hostilidad, gritos, insultos en público y café, copa y “dame tu móvil” en privado.

Andaluces y asturianos tienen sobradas razones para ser escépticos, para no fiarse de nadie, pero lo que no se puede negar es que UPyD hace cuatro años marcó un rumbo y en él sigue. Esa pequeña canoa que se abrió paso entre dos portaviones se ha convertido en un hermoso bergantín, que sigue su singladura, sin moverse un ápice, con manos firmes en el timón, cada vez más acompañado, más conocido, más querido, más temido y cada vez más preocupado por no despistarse y acabar entre las rocas o como esos otros partidos antaño nacionales, cuyos tripulantes se olvidaron del rumbo y no se sabe desde qué día están más preocupados del confort de sus gentes dentro de ellos que de las razones que les hicieron existir y viajar.

El lunes apuntaremos un buen puñado de nuevos nombres a la lista…, que nadie lo dude.