sábado, 9 de febrero de 2013

DE ESCÉPTICO A ESCÉPTICOS

Cada vez son más los ciudadanos incrédulos, los que no tienen ninguna confianza en ningún partido político, en los políticos en general. La última encuesta del CIS muestra que éstos siguen siendo percibidos por los españoles como uno de los principales problemas del país.

Cada vez son más los ciudadanos que no se fían de nadie, ni del PP y PSOE, que son los que nos han traído alternativamente hasta aquí, ni de ningún otro, porque entienden que el problema no es el PP ni el PSOE, sino el propio sistema en sí mismo, el propio juego democrático tal y como está orquestado.

Yo era uno de ellos.

Muchos razonan, no sin lógica, que no hay nada que se pueda hacer desde dentro, porque para estar dentro hay que beber el néctar que nos iguala, hay que pasar las pruebas de iniciación a la secta que nos hace partícipes y miembros de ella, hay que jugar con las reglas contra las que queremos acabar, hay que acabar asimilando e incorporando aquello que se pretende cambiar, y para cuando estás en disposición de poder hacerlo ya no tienes ningún interés en hacerlo.

No es descabellado pensar que no se puede ganar un partido de rugby si tú te aplicas a ti mismo las reglas del fútbol. Si sólo tocas el balón con los pies y sin hacer faltas mientras tus contrincantes te empujan y lo agarran con las manos, no tienes ninguna oportunidad. Si no tienes un árbitro al que recurrir porque arbitra según las reglas del rugby, si ningún periodista te apoya porque viven del rugby, y si el público que pagó por ver fútbol, se conforma viendo rugby…

Pero un análisis posibilista nos debería llevar a la conclusión que no nos queda otra. Tenemos que desatascar las alcantarillas y para eso tenemos que bajar a ellas, y además hacerlo sin llenarnos de su suciedad. Se puede.

En 2007 este escéptico se llevó todo el año siguiendo la evolución de Ciutadans y de voces críticas socialistas como la de Cristina Alberdi o Rosa Díez. En octubre de ese año google le llevó hasta el manifiesto fundacional de un nuevo partido llamado Unión, Progreso y Democracia y le pareció tan coherente que no se creyó que políticos del sistema pudieran haber juntado tantos párrafos de tanto sentido común. En noviembre fue a una conferencia de Rosa Díez sobre regeneración democrática en la Universidad de Sevilla y comprobó que al menos parecía que ella se creía lo que decía, y lo que decía y parecía que se creía sonaba a música celestial, a democracia mayúscula. Al día siguiente rellenó su ficha de afiliación a UPyD, su primera afiliación a un partido político.

Y desde entonces durante todos y cada uno de los días de estos cinco años y cuatro meses ha participado en todos los ámbitos que ha podido con la única preocupación de poner de su parte para que ese manifiesto fundacional siga siendo el norte que marca el rumbo fijado. Y en este tiempo ha gastado miles de horas de su tiempo libre y muchos euros, se ha involucrado el nacimiento de la estructura local y provincial, ha participado en su primer Congreso, en el grupo de trabajo de medio ambiente, forma parte de su Consejo Político Nacional, del órgano de gobierno territorial andaluz y siempre, ni un segundo, ha dejado de observar a su alrededor buscando el fallo, buscando la trampa, buscando la incoherencia, buscando las manchas…

Ha intercambiado pareceres con muchos, con miembros del Consejo de Dirección, con compañeros de otras CCAA, con simpatizantes, con afiliados recién llegados, con los que llegaron a la vez que él, con los que procedían de la abstención, con los que habían militado en otros partidos, con los que se fueron desencantados porque las cosas no se hacían como esperaban, con los que se quedaron tras tener dudas… Ha vivido conflictos, se ha desesperado, enfadado, ha discutido, ha consensuado, ha compartido…

Ha leído, contrastado, participado en la elaboración de programas políticos, ha votado, ha enmendado, ha elegido, ha participado…, se ha sorprendido a si mismo emocionado ante tantas personas, ante tanto color magenta, aplaudiendo como un poseso en Vistalegre, y se ha jurado no dejarse nublar la mente por la pasión, evitar que nunca llegue el día que la fe sustituya a la razón, se ha prometido poner los medios para prevenir que nunca el amor por los colores sea tan fuerte que se vea obligado a defender algo en lo que no cree.

Ha conocido personas maravillosas, impresionantes profesionales, buena gente que se ha tomado la molestia de complicarse la vida, de gastar su tiempo y su dinero en lo que es de todos, personas que no esperan otra compensación que saberse parte de una solución a los problemas colectivos, que se alimentan mutuamente cada vez que se encuentran y se animan, que se apoyan y se reconocen, no como miembros de una organización, de un partido, sino sobretodo y ante todo como ciudadanos miembros de una sociedad viva y comprometida.

Y aún hoy sigue buscando la inconsistencia, mirando con precaución cada gesto, cada palabra y cada hecho, buscando la incoherencia en los demás y sobretodo en sí mismo, asustado ante la posibilidad de que la política lo cambie, de que lo convierta en aquello que repudiaba, en que le ponga orejeras, le dé una visión distorsionada de la realidad, lo transforme en un partidista sectario.

Y sigue sin encontrar la grieta, y lo puede decir con la boca llena y la mirada alta. Y puede decir a los que en las redes sociales le interpelan diciendo que desconfían de una líder que lleva más de 30 años en la política y que no es coherente, que ninguna desconfianza, ningún prejuicio puede superar la vigilancia activa de un ciudadano comprometido, y que no hay ninguna justicia en la sospecha permanente.


Y puede decir con la conciencia tranquila y serenidad de espíritu que no es verdad que seamos todos iguales, que hay esperanza, que hay salida, que hay razones para confiar, tantas o más que para seguir alerta. Hay que ser consciente de que la amenaza existe, de que aunque la posibilidad de que al profundizar en las alcantarillas para llegar a la avería te manches cada vez es más grande, eso no debe distraernos, ni hacernos perder ni un minuto, al contrario. Hay que permanecer vigilantes, preocupados, en permanente tensión, pero con más alegría, ilusión y fuerza que nunca, porque cada vez está más cerca el objetivo.

Ninguna derrota electoral, ningún resultado negativo será peor que mirarse pasado unos años al espejo y no reconocer aquello que quisiste ser cuando naciste. Ese escenario, siendo posible, sigue muy lejos. El timón está bien sujeto en el rumbo marcado, el barco está en buenas manos, le pese a quien le pese.

Los escépticos externos deberían tomarse la preocupación de revisar a fondo, de entrar hasta la cocina a oler, mirar, escuchar, palpar, de auditar con rigor y de salir como votantes o al menos tener la decencia de reconocer que no es escepticismo racional, sino prejuicio visceral.

Ojalá llegue el día en que los únicos no votantes de UPyD sean aquellos que hayan llegado a reconocer un desencuentro programático y racional. Los que creen que catalanes, vascos y navarros deben tener derechos especiales, los que creen que hay que pactar con el terrorismo, los que creen que las religiones deben formar parte del Estado, los que creen que podemos prosperar sin nucleares, los que piensen que la ley electoral actual es buena, los que creen que no hay que mejorar la transparencia, ni tomar medidas más firmes contra la corrupción, los que piensen que el modelo territorial no debe ser reformado, los que piensen que la Constitución del 78 no necesita ningún cambio, los que creen que seguimos necesitando más de 8.000 ayuntamientos, los que piensen que las diputaciones son útiles e imprescindibles, los que piensen que la Justicia debe seguir estando intervenida y controlada por los partidos políticos, que las entidades financieras o los consejos de administración de las televisiones deben ser parte del pastel que se reparten los partidos, los que piensen que las empresas públicas que compiten con las privadas son una buena forma de eludir el engorroso control administrativo y generar empleo público de forma rápida, los que piensen que el motor de la economía debe ser el Estado, que es necesario nacionalizar la banca, la energía, los medios de producción, los que piensen que la sanidad o el agua debe estar en manos privadas, los que creen que el Estado debe reducirse a una mínima expresión, que no debe regular la economía ni compensar los desequilibrios sociales, los que creen que es bueno que haya 17 sistemas educativos distintos… Todos esos, no deberían votar a UPyD, no sería lógico que lo hicieran, por mucho que les guste el color magenta, la forma de hablar de Rosa Díez o la percha de Toni Cantó. El día que sólo estos no nos voten tendremos mayoría absoluta y eso asusta y mucho al bipartidismo, a su prensa concertada y a los guardianes que mantienen en cada uno de los nudos de la red clientelar tejida durante décadas.

Para acabar vuelvo al principio, a esos ciudadanos indignados, cabreados, desafectados, aquellos que han decidido que con ellos esto no va, y les pregunto:

¿Permitirían que el presidente de su comunidad de propietarios fuera el principal problema para la comunidad, viendo cómo se deteriora la escalera, las fachadas, el ascensor mientras él se gasta sus cuotas en juergas y contratar a su primo de portero por el doble de lo que vale, para que no apareciera por allí? ¿Dirían que eso con ellos no va?, ¿Dejarían de aparecer por las reuniones?, ¿Renunciarían a intentar cambiarlo? Pues de eso se trata, este país sólo es un poco más grande que su edificio y los vecinos somos más, pero es la única diferencia.

1 comentario:

Rafael Solís dijo...

Querido amigo Paco, si me permites que te catalogue de esta forma. Me emocionan tus palabras y me reconozco en ellas. No creas que pertenezco a otro mundo ni que mi estructura mental es diferente a la tuya, porque yo podría haber escrito esta entrada al final de los años sesenta, cuando pertenecía a Partido Comunista de España, o un lustro después cuando contacté con el PSOE (hoy llamado P$OE). !Como iba a imaginar yo entonces que aquellos a quienes he creído ver reproducidos en tu escrito, iban a arrasar Andalucía con los ERE´S!
Tengo una edad, y se que todo el mundo tiene el derecho a equivocarse y que nadie escarmienta en cabeza ajena, por eso te deseo suerte, mucha suerte, la vas a necesitar.