sábado, 23 de marzo de 2013

EL DESAHUCIO DEL BIPARTIDISMO

En estos tiempos aciagos en los que hemos llegado a cotas de prodedumbre que ni los más pesimistas imaginábamos, UPyD ha lanzado a los españoles su propuesta para la regeneración de la democracia y la refundación del Estado.

El que lleva siguiendo a este partido desde que nació allá por septiembre de 2007 sabe que esta posición no es oportunismo. UPyD nació para esto, única y exclusivamente para esto. La regeneración democrática es el pilar de su manifiesto fundacional y sigue siendo ahora más que nunca una necesidad urgente.

No podemos obviar que España genera preocupación a nuestros vecinos europeos y desazón, angustia e indignación a los españoles. Hemos dejado de ser, si es que alguna vez lo fuimos, un país fiable, no ya para los manidos mercados, sino para los hombres y mujeres del mundo civilizado. Un país pobre, con tasas de paro que no se logran entender bajo los esquemas de las economías modernas, con un nivel de corrupción tercermundista, bananero, y con una inestabilidad estructural e institucional cuyo elemento más conspicuo pero no el único, es la deriva secesionista catalana.

Los políticos han pasado a ser unos de los principales problemas y están muy lejos de ser la solución al entender de los españoles, como el CIS pone de manifiesto cada mes. Es inevitable que esta situación genere desapego de los ciudadanos hacia el sistema democrático y ese es el peor de los riesgos a los que nos enfrentamos. Ese desapego puede llevarnos a válvulas de escape pintorescas aunque inofensivas como las del italiano Grillo o a posiciones mucho más temibles como las que los ultras de ambos lados han protagonizado en Grecia.

La caída del bipartidismo parece imparable y afortunadamente hay dos fuerzas políticas, una centrada, por transversal, que no de centro, y otra escorada al bolivarismo, pero aún no en el monte, que van a protagonizar este renacer democrático. Al menos los centrados estamos empeñados en rescatar ciudadanos de esa desesperanza de la abstención.

Porque lo que es evidente es que nos encontramos ante un cambio de ciclo, ante los días postreros de un modelo agotado, un modelo que funcionó mientras tuvo que funcionar, que sirvió para salir de las tinieblas, pero que ya no nos es útil, no es útil a ciudadanos que pretendan vivir, trabajar, desarrollarse, albergar esperanzas de un futuro mejor para sus hijos. Ya pocos piensan que este cruel drama social sea consecuencia de una crisis financiera internacional y no tenga nada que ver con una crisis política, institucional, con tintes de crisis moral y sistémica, propias.

En esta coyuntura, en esta situación de alarma y emergencia nacional no declarada, UPyD ha lanzado un manifiesto (http://www.upyd.es/Uploads/Manifiesto_por_la_RD_y_la_RE.pdf) y se ha puesto a explicarlo, a seguir haciendo pedagogía, como desde el primer día. Como es un partido de orden, institucional, moderado en las formas, aunque radical, revolucionario y jacobino en el fondo, no está alentando algaradas callejeras, ni se pone al frente de manifestaciones, abucheos ni barricadas, no da espectáculo como muchos quisieran. En vez de ello hace propuestas, las defiende en el Parlamento y las explica en las calles, en los barrios y donde nos dejan.

Habrá quien piense que estamos clamando en el desierto, que nuestro objetivo de devolver la política a los ciudadanos y hacer que recuperen la confianza en las instituciones y el sistema es ya una quimera sólo para ilusos.

Pero sabemos que no es así, el mensaje está calando y se está colando por las grietas del sistema como el agua en una vieja barca mal calafateada. Hace una semana el PP se vio obligado a aprobar tres de las medidas contra la corrupción que propuso UPyD (el establecimiento de los delitos de financiación ilegal de partidos, de enriquecimiento ilícito de cargos públicos y de omisión o falsedad de la contabilidad y patrimonio social), con la abstención del PSOE, aunque dejaron para más adelante, para cuando la indignación ciudadana no les deje otra opción, otras tres (el establecimiento de la inelegibilidad de imputados, reforzar la exigencia de responsabilidad por mala gestión frente a sociedades o entes públicos y limitar la discrecionalidad de los indultos). Esta última con el voto en contra de PSOE y PP, pues bien saben que esperan tener que utilizar esa discrecionalidad en el futuro.

Pero hay otras señales aún más claras de que nada está cayendo en saco roto. A continuación trascribo tres declaraciones orales:

1. Regenerar la democracia es democratizar los partidos políticos y cambiar leyes para quitar poder a las estructuras de los partidos y devolvérselas a los ciudadanos, para liberar la política que hoy está secuestrada por las ejecutivas de los partidos políticos, que son los que deciden quién va y quien deja de ir y a quien ponen y a quien quitan. Se trata de que los ciudadanos controlen eso, y para eso hay que cambiar las leyes. Y otra cuestión, listas abiertas, pero para que sea un fenómeno democrático primero hay que democratizar los partidos, dotarlos de normas democráticas de comportamiento interno. (http://www.youtube.com/watch?v=EgO3qLVqwpk)

2. El partido de gobierno está destrozado en su credibilidad, no les cree nadie, y lo grave es que al partido socialista tampoco. La crisis es del sistema, que necesita urgentemente un tratamiento de choque porque si no se nos cae. No hay prestigio en las instituciones, los partidos políticos no tienen ninguna credibilidad, la desvergüenza campa como si fuese generalizada, la autonomía de los políticos casi inexistente porque el que es diputado sabe que para seguir siéndolo tiene que llevarse bien con el que hace las listas no con el que las vota. El panorama es muy malo y lo que hay que hacer una reforma constitucional urgente para derogar una ley electoral que nos permita que los políticos se sientan unidos a los electores y no a quien los pone en las listas. (http://www.cope.es/player/id=2013030611290002&activo=10 minuto 18:50)

3. La regeneración democrática es fundamental. Es totalmente imprescindible en este momento de España. Si queremos que los primeros atisbos de recuperación económica no se vean paralizados como consecuencia del ambiente generalizado de corrupción que tiene indignada a la opinión pública es imprescindible que nos elevemos y hagamos la regeneración democrática que España necesita 33 años después. Me refiero a dar el poder a los ciudadanos, devolverles el poder que les hemos quitado las instituciones públicas y las cúpulas de los partidos. (http://www.abc.es/local-madrid/20130206/abci-aguirre-regeneracion-201302061301.html minuto 1:00).


La primera es de Rosa Diez, y de hace casi seis años, en noviembre de 2007. La segunda de José Bono en marzo de este año 2013 y la tercera de Esperanza Aguirre un mes antes, en febrero. Han necesitado la friolera de seis años para empezar a decir lo que tienen que decir, ahora necesitarán algo más de tiempo para que de verdad lo crean, y otro tanto para que actúen en consecuencia, con coherencia y sean los hechos y no las palabras los que lo muestren, pero el camino está trazado, es inevitable que lo transiten.

Somos conscientes de que el reto es complejo y difícil, y lo es porque requiere una altura de miras, un sentido de estado, un “elevarse”, como decía Esperanza Aguirre, al que no están acostumbrados. Es necesario un nuevo espíritu como el de la primera transición. Es territorio común recordar que la transición fue posible porque todos los partidos cedieron en sus posiciones, porque todos mostraron la generosidad necesaria para entender que sólo renunciando en parte a sus planteamientos maximalistas se podía construir un consenso. Pero en aquellos años esas cesiones eran fundamentalmente ideológicas, por eso fue más fácil.

Ahora nos enfrentamos a algo mucho peor, ahora tienen que hacer cesiones materiales, tangibles, humanas, tienen que sacrificar a sus centenares de miles de clientes, sus estómagos agradecidos, sus dependientes, sus conquistas partidistas, sus privilegios, sus reinitos, sus castillos enmoquetados, sus ejércitos de voluntarios a sueldo, su orden de cosas, su buena vida, sus coches oficiales, sus vuelos en primera, sus séquitos, sus cargos de confianza, sus contrataciones a dedo, sus adjudicaciones directas, su justicia, sus órganos de control descontrolados, sus consejos de administración, sus dietas y las de sus amigos…, todo eso tienen que ceder aunque lo disfracen de ideología, y lo defenderán con todas sus fuerzas, harán lo posible por evitar el desahucio, aunque éste ya está firmado y en firme.