Resulta triste comprobar cómo la
lógica nacionalista, en su variante provinciana más casposa, ha sido internalizada en la sociedad hasta
niveles insospechados. Es esa lógica que dice que el oriundo de un territorio
determinado va a querer y saber defender los intereses de ese territorio como
no lo haría un foráneo.
Otra enfermedad social, más grave
si cabe, es la de la normalización de la corrupción, y no me refiero a la
corrupción delictiva, la que es penalmente punible, sino la de baja intensidad,
esa microcorrupción de lo habitual, del diario. Un profesional que no pone el
máximo celo en su trabajo, que no es objetivo y justo, que practica trato de
favor, aunque no cometa delito, es un pequeño corrupto.
En este sentido los funcionarios
y los cargos públicos se deben única y exclusivamente a la ley, y debería ser inconcebible
que tuvieran criterios distintos en el ejercicio de su función en virtud del
destinatario del mismo, o peor aún, su origen territorial.
Pues bien, ahora díganme cual es
la lógica que ha hecho a los empresarios almerienses denunciar públicamente que la recién proclamada
presidenta de los andaluces, Susana Diaz, ungida por el precorrupto Griñán y
avalada por 20.000 estómagos agradecidos, no haya designado a ningún consejero
almeriense.
¿Están insinuando que el mejor o
peor trato que reciban los almerienses de la Junta depende de que exista un
almeriense en el consejo de gobierno? ¿Cabía esperar que la presencia de un
consejero almeriense pudiera permitir a los empresarios de esta provincia
alguna ventaja? ¿Están diciendo que los consejeros no almerienses no van a
tratar bien los proyectos de Almería?
El mensaje no puede ser más
desolador. Que una parte de la sociedad lo haya internalizado es dramático.
Es el mismo mensaje que dice que
la costa o los ríos se gestionan mejor desde la cercanía del territorio que
desde Madrid; es el mensaje que dice que la Expo 92 se hizo en Sevilla porque
Felipe Gonzalez era sevillano, o el centro neurálgico de la DGT está en León
porque Rodriguez Zapatero así lo quiso y es normal que así sea; es el mensaje
que dice “defiende lo tuyo, porque nadie lo defenderá como tú” y, lo peor, es
el mensaje que dice: “es legítimo que ya que has llegado a ese puesto ayudes a
los tuyos, a tu familia, a tus convecinos, a tu pueblo o a tus compañeros de
partido”.
Esta normalización de lo que no
debería ser normal es desoladora, al menos es desoladora para un ciudadano que
espera que los profesionales cumplan con su trabajo objetivamente, y los cargos
públicos sean ecuánimes, para un ciudadano que estaría encantado de tener un
ministro de educación finlandés o uno de industria alemán, pues está en el
convencimiento de que es mejor una buena cabeza con principios y experiencia que
un patriota descerebrado.
Lo de las cuotas territoriales en
los partidos es otro concepto a superar, y del que UPyD por fortuna ha nacido
liberado. El día que necesitemos un representante territorial en un determinado
órgano para sentirnos representados, este partido habrá dejado de representar
personas, ideas y principios, para representar parcelas de poder, lo que no
sería otra cosa que un reflejo del clientelismo interno que impera en otros
partidos. Ese día no ha llegado, sigue lejos.
Susana Diaz sabrá cuanto debe a
los socialistas almerienses, y cómo va a pagar ese apoyo. Los almerienses
magentas en cambio saben que no necesitan representación como almerienses,
porque todos nos representamos a todos en la medida en que defendemos lo que
nos une, la regeneración democrática y una concepción pragmática de la gestión
de lo público y la política.
2 comentarios:
Estimado Paco. Enhorabuena por el articulo, que suscribo y al que no quitaría ni una coma. en la medida que muestra fielmente en lo que estamos convirtiendo (unos por acción y otros por omisión) la eleccion de cargos publicos.
En cualquier caso solo indicarte que los empresarios de Almeria establecen el mismo Axioma que has enunciado, y lo que piden es alguien próximo que transmita al resto del ejecutivo los problemas específicos de Almería. Asumen que las elecciones de Susana han sido atendiendo al servicio al partido y a las relaciones de poder dentro de él (en Almeria las fuerzas están muy igualadas y no ha querido enfrentarse a ninguna de ellas); y obviamente criticar a los consejeros por su valía o méritos, no esta dentro de su "agenda".
Es por tanto que lo que piden es "Susana, asumimos que en tu elección prime el servicio al partido más que sus cualidades organizativas, empresariales o de servicio...pero por Dios que no tengamos que empezar por explicarle que es un invernadero"
Puede ser, pero el hecho es que dan por supuesto que para entender lo que es un invernadero, para garantizar que al ejecutivo llega la sensibilidad y los problemas de Almería, hace falta un almeriense. Patético.
Publicar un comentario