miércoles, 3 de diciembre de 2014

¿QUÉ OCURRE EN UPyD?


¿Qué ocurre en UPyD para que tan a menudo ande saliendo gente critica con el partido, estemos permanentemente en refriegas internas y parezca que vivimos en una permanente crisis?

Pues básicamente nada. Que estamos vivos, que hemos decidido romper moldes y ser distintos porque hacemos las cosas de forma distinta. A mi juicio hay tres razones principales que intentaré explicar:

La primera de ellas es el mecanismo de elección de los órganos internos y los candidatos: primarias abiertas en las que cualquier afiliado al corriente de sus cuotas puede presentarse y votar, sin avales de ningún tipo. Esta norma general solo tiene como excepción la designación de candidatos en municipios donde tenemos menos de 15 afiliados. En estos casos en vez de la elección mediante primarias se decide por el Consejo de Dirección tras oír a los afiliados de la localidad en asamblea.

A nadie escapa que los continuos procesos electorales (y ya van mas de 600), generan roces, competencia interna y abren continuas heridas que no siempre cicatrizan bien. Y esto ocurre con independencia de la calidad humana de los aspirantes, sus defensores y detractores.

La libertad es la segunda de la razones. La libertad, porque los afiliados de UPyD son peligrosamente libres. UPyD carece del cemento que liga a otras formaciones políticas: el interés económico, la necesidad vital de ingresar una nómina todos los meses. La proporción de afiliados de UPyD dependientes directa o indirectamente del partido es ínfima, insignificante si lo comparamos con la del resto de partidos tradicionales. La inmensa mayoría somos profesionales con la vida resuelta que nos hemos acercado a la política entendiéndola como un sacerdocio laico, temporal y voluntario, que entendemos que hay que hacer. Sentimos como necesario dedicar a lo publico, a lo común, una parte de nuestro tiempo, pero no nos va la vida en ello. Si a esto le unimos el hecho de que la crítica, el disentir, no tiene consecuencias directas porque no ha de necesariamente reflejarse en unas menores opciones en los procesos electorales internos se puede entender el hecho. En UPyD no se da eso de que quien se mueve no sale en la foto, porque no hay foto en la que salir. La foto que pudiera querer o no querer un determinado órgano de dirección nacional, territorial o local, puede no ser la foto que hagan los afiliados frente a las urnas. Hablan de candidatos oficialistas o críticos, y es una forma de etiquetar como otra cualquiera, sobre la base del mayor apoyo explícito o implícito que los distintos candidatos pueden suscitar individualmente en cada una de las personas que conforman los órganos, pero en absoluto los órganos pueden interferir, por lo que ello no garantiza nada. Los candidatos oficiales son los que deciden los afiliados, porque en UPyD los afiliados, todos los afiliados, son el "aparato". ¿En un PP o PSOE cómo van a ser los críticos capaces de expresar su crítica libremente si se están jugando las lentejas, ir en la lista en posición de salida, ser el candidato, el cargo en el consejo asesor de limpiadores de telarañas de la mancomunidad o el contrato de la sobrina en el ayuntamiento de Villacenutrios (gracias, Migué, pedazo de alcalde, te la debo, siempre fiel, aquí me tienes...)? Los afiliados de UPyD tienen poco que perder, más bien nada que perder, y se permiten gritar cuando se enfadan, insultar a compañeros en las RRSS, y eso pese al reconocido, mundialmente famoso e implacable "autoritarismo" del partido que expulsa inmediatamente al primero que incumple los estatutos haciendo daño a la imagen del partido (Si, es sarcasmo, expulsamos demasiado poco para las barbaridades que uno lee por ahí...). Los afiliados de UPyD se permiten disentir y ejercer su libertad bajo el amparo de sus estatutos. Esta misma libertad que algunos aprovechan para jugar con la democracia interna frívolamente y por supuesto para huir cuando pierden elecciones y probar otras aventuras. No tienen nada que perder.


La tercera razón es el pragmatismo y la desideologización. Fidalgo dijo hace años en un acto de UPyD al que lo invitamos que aquí no olía a establo. Pues no sé si se le entendió, pero fue muy clarito, efectivamente no huele, ni a establo, ni a confesionario, ni a incienso... En UPyD hay pocos fieles, poca rendición a símbolos, poca historia común. UPyD es lo mas alejado de las sectas en las que se han convertido algunos partidos con el paso del tiempo, en los que tras buenas dosis de mantras, ideas fuerza infinitamente repetidas por no tener fuerza en las ideas, territorios comunes, trincheras ideológicas y amor, mucho amor a los colores, bien aderezado con la salsa del unte a la que nos referíamos antes, los militantes militan militarmente, desfilan en las manis a la voz de uno y se reconocen como parte de algo trascendente. Es cierto que este tipo de mecanismos mentales no esta igualmente repartido, tiene su esplendor en los partidos nacionalistas, que aparcaron la razón al nacer y compraron todo el sentimiento, y en los de izquierda mas o menos radical, pero nadie está libre. Incluso yo me emociono a veces en los actos magentas, aunque luego respiro hondo y se me pasa.

En definitiva, si hacemos más primarias que folletos, si los órganos oficiales no deciden quienes son los candidatos, si no hay dependencia económica y sí hay pocas vísceras, pocas emociones y muchas razones en la defensa del instrumento, lo que sería anormal es la calma chicha, esa calma de los partidos muertos o cosidos por el miedo. No debemos olvidar que UPyD, aunque tengamos el modelo laboral austriaco, el territorial alemán y el social nórdico, está formado por españoles, esos seres que se alteran, que emprenden nobles batallas, que se equivocan en las guerras que eligen, que tienen prisas, que envidian, y que a veces tienen egos que no les caben dentro de sus serranos cuerpos. Es normal que esta adaptación a una democracia interna casi calvinista que nos hemos auto impuesto y que otros ni huelen, requiera un tiempo, un cambio cultural, y que por el camino algunos no digieran las derrotas y acaben en Cs, ese partido que si no fuera porque no se parece en nada, seria como nosotros, o en Podemos, esos que creen que el fin justifica los medios y no sé qué me da más miedo, si el fin o los medios.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sensacional reflexión.