Desde el batacazo electoral en Andalucía y la sonada crisis
interna suscitada, corren caudalosos los otrora secos ríos de tinta sobre UPyD.
No son pocos los que al albur de las negativas encuestas que se van conociendo
auguran un negro futuro para el partido y pronostican su desaparición.
Llegados a este punto parece razonable identificar los elementos que los agoreros no tienen en cuenta, sin duda por desconocimiento de los pilares de este partido y confusión en las premisas sobre las que arman su argumentación.
Llegados a este punto parece razonable identificar los elementos que los agoreros no tienen en cuenta, sin duda por desconocimiento de los pilares de este partido y confusión en las premisas sobre las que arman su argumentación.
UPyD no es un partido cosido por relaciones de poder ni
clientelares. Dicho de otra forma, los hombres y mujeres que formamos UPyD no
necesitamos a UPyD para vivir, tenemos nuestras profesiones, e incluso los que
tienen una dependencia económica como los cargos públicos tienen un puesto de
trabajo al que volver. Hasta los escasos empleados tienen un
componente vocacional y convencimiento en el proyecto político que trasciende a la
necesidad económica. Por esto, aun en el caso de que las encuestas no se equivocaran esta
vez como se han venido equivocando históricamente salvo en las andaluzas, lo
que significaría un hundimiento, una catarsis en cualquier otra organización,
en UPyD no tendrá esos efectos.
¿Que tendremos que plegar velas y reducir la estructura? Por
supuesto, como miles de empresas han debido de hacer en estos aciagos años,
resistiendo, reinventándose, eliminando lo accesorio para mantener lo esencial.
Lástima tener que decidir que muchas querellas criminales contra la corrupción y los corruptos tengan que pasar a ser accesorias, pero los votantes mandan, y demasiados nos han dado la espalda en Andalucía impidiendo que sigamos en esa lucha, y los bancos, que mandan más, al menos en este país, han dejado de darnos crédito. Por suerte centenares de ciudadanos con sus donativos van a permitir que algunas vuelvan a ser esenciales. La crisis económica se ha llevado por delante a muchas de empresas pero ha hecho
más fuertes, resistentes y mejores a otras tantas. ¿Acaso hay empresa más noble y necesaria que defender a los españoles, incluso de nosotros mismos?.
No obstante UPyD no es una empresa mercantil, no tiene que reinventarse, ni adaptarse al mercado, a lo que busca el consumidor. Este
verano tendremos un Congreso en el que lo revisaremos todo, desde las tácticas,
a las estrategias políticas y a las personas encargadas de diseñarlas y
ejecutarlas. Todo estará en revisión, pero si de algo podemos estar seguros es
que no nos preguntaremos si querremos dejar de ser UPyD. Dejar de ser UPyD no
es dejar de ser un partido, con un CIF, una dirección, unos estatutos y unos
representantes, dejar de ser UPyD es renunciar a defender las reformas
políticas que estamos convencidos que España necesita. UPyD no es otra cosa que
sus objetivos políticos y su forma de comportarse y mientras sus objetivos políticos no los defienda
nadie, y créanme, nadie los defiende, y nuestra forma ejemplar de comportamiento democrático no sea la norma, podremos ser 10.000, 5.000 o 500, pero
habrá UPyD para rato y para Rato.
UPyD nació para regenerar la democracia, para reformar el
modelo territorial, para modernizar nuestras instituciones y hacerlas homologables
a las de los países que funcionan, para propiciar las reformas estructurales que
permitan acabar con el despilfarro y las duplicidades, las que permitan poner
el dinero donde hay que ponerlo, en la protección social, en la investigación y
el desarrollo, en la educación y por supuesto en los bolsillos
de los ciudadanos y en las cuentas corrientes de las empresas que crean riqueza
y empleo. Y esas cosas que hay que hacer nadie está dispuesto a hacerlas.
Por lo tanto, que nadie espera una desbandada, sean los
resultados los que sean. Que nadie espere que tiremos la toalla los miles de españoles
que un día decidimos pasar de las musas al teatro, de la queja vana a la
acción, del lamento en el desierto a la proposición no de ley o las iniciativas
legislativas. Este partido está conformado por personas resistentes, personas que
ya han demostrado saber soportar la soledad, la incomprensión, la amenaza, el
desapego, el aislamiento…, todo eso que nos hizo más fuertes. No me cabe
ninguna duda de que la travesía del desierto que le queda pasar a UPyD será importante,
pero llevamos él mejor de los víveres: la determinación, y en cantidades
ingentes.
UPyD no va a desaparecer porque este partido tiene alma. Y
no, el alma no es ese elemento sentimental, pasional, que enardece a los
humanos en torno a clubs, cofradías, sectas, conjuntos musicales, peñas o hermandades,
ni mucho menos. Esa identificación emocional no la hemos generado, no tenemos símbolos
a los que aferrarnos, no nos erizan la piel los acordes de un himno, ni la
añoranza de un pasado heroico. El alma de UPyD son sus razones. Alma y razón,
difícil combinación, aparentemente antagónicas, ¿pero es que acaso no es la
razón el alma de los hombres libres?
Cuando en UPyD decimos que somos de verdad nos referimos a
esto. No hay impostura, no hay marketing (pardiez!, si hubiera habido algo más de marketing...), no hay teatro, no hay representación,
no hay disimulo. Hay razones, determinación y convencimiento de hacer lo
correcto. Y les puedo asegurar que un hombre libre, con la determinación y el convencimiento
de hacer lo correcto es imbatible. Imagínense 10.000.
UPyD no va a desaparecer porque no tiene prisas. Las prisas
por encontrar una senda de desarrollo y progreso la debería tener este país, pero
a ella deben llegar los españoles por sus propios medios, y está claro que han
decidido usar el del ensayo y error. Los españoles tienen el derecho a
equivocarse las veces que necesiten equivocarse, y nosotros no podemos hacer
otra cosa que advertirlo, aunque resultemos desagradables, prepotentes, incómodos, molestos e incluso odiosos. En este país en el que la envidia es el pecado nacional no podemos esperar otra cosa, ni evitarlo. Les aseguro que no hay prisas. Los que tenían
prisas ya han desembarcado o están a punto de hacerlo. Sólo estamos viviendo
las primeras secuencias del largometraje que decidimos protagonizar hace siete
años y medio. Queda película y la trama tiene que dar giros inesperados,
posiblemente más de uno, más de dos y más de tres aún. ¿Y si el asesino no es
el mayordomo?
Y por último, UPyD no va a desaparecer porque en estas próximas
elecciones muchos ciudadanos van a valorar el trabajo incansable que en sus
pueblos y ciudades han llevado a cabo las personas de UPyD. Muchos van a
depositar su confianza en personas de verdad, no en siglas que representan
globos de indignación, monstruos de Frankentein cosidos con retales de cadáveres
de la vieja política, sumas de proyectos individuales sin objetivo nacional, y
mucho menos van a confiar en quienes llevan 3 décadas engañando y robando en nuestras
narices.
1 comentario:
Cada día más orgulloso de ser y pertenecer a UPYD.
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