martes, 12 de mayo de 2015

UPyD Y LA POLÍTICA MUNICIPAL. AGRADECIMIENTO A TANTOS.

“UPyD no ha nacido para hacer política municipal, no es algo prioritario. Todo lo que hagamos en política municipal debe estar supeditado a los objetivos políticos nacionales”. Esto fue lo que le dije a una compañera hace unos años en una reunión del Consejo Territorial de Andalucía en la que establecíamos prioridades y organizábamos el trabajo.
Aunque ya lo hice en su momento, hoy me toca reconocer públicamente mi error. Rocío, tenías razón, la política municipal no sólo es tan importante como el resto, sino que además se trata de un ámbito en el que UPyD puede, tan bien como en cualquier otro o incluso mejor, demostrar para qué existimos. Mientras el cargo de concejal de urbanismo en este país esté bajo sospecha, UPyD no es que sea necesario, es que es urgente.
Es cierto que la razón de nacer, el Manifiesto Fundacional de UPyD y las propuestas políticas que nos han identificado han tenido como objeto principal cuestiones de ámbito estatal, la regeneración democrática y revisión de la arquitectura política, administrativa, institucional y competencial que hace de España un Estado poco eficiente, cuando no verdaderamente un escollo para el desarrollo y la prosperidad de los españoles. Pero no lo es menos que la política local es uno de los ámbitos donde a falta de capacidad legislativa y posibilidad de impulsar las reformas necesarias, existe la posibilidad cierta, posiblemente la mejor, de poner en práctica las políticas de buen gobierno, de gestión responsable y enfoque profesional de la toma de decisiones. UPyD no es reconocido por tener un mejor criterio a la hora de diseñar el alumbrado público o planificar la política de movilidad de un pueblo o ciudad. No, definitivamente no están ahí nuestras señas de identidad. Pero sí lo están en la gestión profesional, en la despolitización de la administración que es la que permite que las decisiones más adecuadas en materia de alumbrado o movilidad las tomen los técnicos y no los políticos.
Es posible que no hayamos valorado lo suficiente, cuando no despreciado, a nuestros hombres y mujeres que en cada pueblo han defendido nuestras ideas con la sana ambición de mejorar la vida de sus vecinos desde la institución más cercana, desde la que más directamente afecta el día a día de los ciudadanos. No sé otros, pero yo siento la necesidad de pedir disculpas.
Pido disculpas a mi agrupación local de El Puerto de Santa María, en cuya vida no participo, por no hacerlo y por poner cara de tonto cuando me hablan de alguna persona del gobierno municipal a quien no conozco porque jamás me ha interesado la política municipal, porque jamás se me ha ocurrido comprar la prensa local ni ojear las noticias locales cuando llega a mis manos un diario en la cafetería.
Pido disculpas a todos esos afiliados que esperaban de las personas que hemos estado en puestos de dirección, mayor comprensión hacia sus intereses y motivaciones, de sus deseos de hacer política desde su ciudad, a esos afiliados aislados que en sus pueblos han tenido dificultades para llevar a la práctica sus deseos de hacer política muchas veces desanimados por nuestros inflexibles marcos organizativos. Pido disculpas por no haber considerado siempre importante lo que para vosotros era importante.
Pido disculpas por el bochornoso espectáculo que han dado y están dando afiliados mucho más significados, personas que tienen o tenían la responsabilidad de dar ejemplo, que estaban destinadas a afrontar objetivos superiores, y que en muchos casos han demostrado no merecer la confianza que les dimos desde órganos de dirección mientras se la negábamos a esos militantes anónimos que sí tenían claro para qué estaban aquí.
Hemos sido muy duros con nosotros mismos, y ahora, precisamente ahora, es el partido el que está en manos de todas esas personas generosas, entregadas, que no han redactado proposiciones no de ley, ni preguntas parlamentarias, ni analizado proyectos legislativos, ni escrito artículos grandilocuentes, personas que simplemente se han limitado a escuchar a sus vecinos, que han sido su voz y han buscado la forma de ofrecerles una solución a sus problemas o al menos la esperanza de un pueblo más habitable.
En estos momentos creo que son esos más de 9.000 candidatos la única verdad absoluta que hay en UPyD. Personas que han decidido poner su nombre en una lista electoral, hacer una campaña electoral en las condiciones más precarias que podamos imaginar, personas que están entregando altruistamente su tiempo y el de su familia para defender el proyecto político en el que creen. Personas que podrían haberse bajado del carro y montarse en otros caballos que aparentemente galopan más veloces, pero que han decidido que UPyD sigue siendo su mejor instrumento, el único instrumento cierto para mejorar la vida de los españoles.
A todos ellos hoy hay que mostrarles infinita gratitud, y hay que hacerlo con independencia de los resultados que se obtengan, que estoy seguro serán mucho mejores que las expectativas generadas en los últimos tiempos, porque en la mayor parte de los casos es mucho el trabajo que como hormiguitas llevan haciendo en sus localidades desde hace años, algo que ha de verse necesariamente recompensado.
Gracias por seguir al pie del cañón, por animarnos cuando vamos a animaros, por salir cada día a la calle a explicar a vuestros vecinos porqué UPyD merece su confianza. Gracias por entender que tenemos que hacer una campaña sin presupuesto. Gracias por darnos una opinión que demasiadas veces desoímos. Gracias por vuestra comprensión frente al demasiado frecuente sentimiento de orfandad. Gracias por ser nuestra voz donde no llega ni Twitter, ni Facebook. Gracias por compensar nuestras ausencias en radio y televisión. Gracias por vuestras palabras de aliento y crítica serena y constructiva. Gracias por complicaros la vida...
Gracias compañeros. No sé si os merecemos, no sé si nos merecemos, pero gracias. Mantenéis y mantendréis vivo y fuerte el único proyecto auténticamente regenerador que existe en la política española.
Como cantó Serrat: “Dios y mi canto saben a quién nombro tanto”.
 

jueves, 7 de mayo de 2015

EL FUTURO DE UPyD

Desde el batacazo electoral en Andalucía y la sonada crisis interna suscitada, corren caudalosos los otrora secos ríos de tinta sobre UPyD. No son pocos los que al albur de las negativas encuestas que se van conociendo auguran un negro futuro para el partido y pronostican su desaparición.

Llegados a este punto parece razonable identificar los elementos que los agoreros no tienen en cuenta, sin duda por desconocimiento de los pilares de este partido y confusión en las premisas sobre las que arman su argumentación.

UPyD no es un partido cosido por relaciones de poder ni clientelares. Dicho de otra forma, los hombres y mujeres que formamos UPyD no necesitamos a UPyD para vivir, tenemos nuestras profesiones, e incluso los que tienen una dependencia económica como los cargos públicos tienen un puesto de trabajo al que volver. Hasta los escasos empleados tienen un componente vocacional y convencimiento en el proyecto político que trasciende a la necesidad económica. Por esto, aun en el caso de que las encuestas no se equivocaran esta vez como se han venido equivocando históricamente salvo en las andaluzas, lo que significaría un hundimiento, una catarsis en cualquier otra organización, en UPyD no tendrá esos efectos.

¿Que tendremos que plegar velas y reducir la estructura? Por supuesto, como miles de empresas han debido de hacer en estos aciagos años, resistiendo, reinventándose, eliminando lo accesorio para mantener lo esencial. Lástima tener que decidir que muchas querellas criminales contra la corrupción y los corruptos tengan que pasar a ser accesorias, pero los votantes mandan, y demasiados nos han dado la espalda en Andalucía impidiendo que sigamos en esa lucha, y los bancos, que mandan más, al menos en este país, han dejado de darnos crédito. Por suerte centenares de ciudadanos con sus donativos van a permitir que algunas vuelvan a ser esenciales. La crisis económica se ha llevado por delante a muchas de empresas pero ha hecho más fuertes, resistentes y mejores a otras tantas. ¿Acaso hay empresa más noble y necesaria que defender a los españoles, incluso de nosotros mismos?. 

No obstante UPyD no es una empresa mercantil, no tiene que reinventarse, ni adaptarse al mercado, a lo que busca el consumidor. Este verano tendremos un Congreso en el que lo revisaremos todo, desde las tácticas, a las estrategias políticas y a las personas encargadas de diseñarlas y ejecutarlas. Todo estará en revisión, pero si de algo podemos estar seguros es que no nos preguntaremos si querremos dejar de ser UPyD. Dejar de ser UPyD no es dejar de ser un partido, con un CIF, una dirección, unos estatutos y unos representantes, dejar de ser UPyD es renunciar a defender las reformas políticas que estamos convencidos que España necesita. UPyD no es otra cosa que sus objetivos políticos y su forma de comportarse y mientras sus objetivos políticos no los defienda nadie, y créanme, nadie los defiende, y nuestra forma ejemplar de comportamiento democrático no sea la norma, podremos ser 10.000, 5.000 o 500, pero habrá UPyD para rato y para Rato.

UPyD nació para regenerar la democracia, para reformar el modelo territorial, para modernizar nuestras instituciones y hacerlas homologables a las de los países que funcionan, para propiciar las reformas estructurales que permitan acabar con el despilfarro y las duplicidades, las que permitan poner el dinero donde hay que ponerlo, en la protección social, en la investigación y el desarrollo, en la educación y por supuesto en los bolsillos de los ciudadanos y en las cuentas corrientes de las empresas que crean riqueza y empleo. Y esas cosas que hay que hacer nadie está dispuesto a hacerlas.

Por lo tanto, que nadie espera una desbandada, sean los resultados los que sean. Que nadie espere que tiremos la toalla los miles de españoles que un día decidimos pasar de las musas al teatro, de la queja vana a la acción, del lamento en el desierto a la proposición no de ley o las iniciativas legislativas. Este partido está conformado por personas resistentes, personas que ya han demostrado saber soportar la soledad, la incomprensión, la amenaza, el desapego, el aislamiento…, todo eso que nos hizo más fuertes. No me cabe ninguna duda de que la travesía del desierto que le queda pasar a UPyD será importante, pero llevamos él mejor de los víveres: la determinación, y en cantidades ingentes.

UPyD no va a desaparecer porque este partido tiene alma. Y no, el alma no es ese elemento sentimental, pasional, que enardece a los humanos en torno a clubs, cofradías, sectas, conjuntos musicales, peñas o hermandades, ni mucho menos. Esa identificación emocional no la hemos generado, no tenemos símbolos a los que aferrarnos, no nos erizan la piel los acordes de un himno, ni la añoranza de un pasado heroico. El alma de UPyD son sus razones. Alma y razón, difícil combinación, aparentemente antagónicas, ¿pero es que acaso no es la razón el alma de los hombres libres?

Cuando en UPyD decimos que somos de verdad nos referimos a esto. No hay impostura, no hay marketing (pardiez!, si hubiera habido algo más de marketing...), no hay teatro, no hay representación, no hay disimulo. Hay razones, determinación y convencimiento de hacer lo correcto. Y les puedo asegurar que un hombre libre, con la determinación y el convencimiento de hacer lo correcto es imbatible. Imagínense 10.000.

UPyD no va a desaparecer porque no tiene prisas. Las prisas por encontrar una senda de desarrollo y progreso la debería tener este país, pero a ella deben llegar los españoles por sus propios medios, y está claro que han decidido usar el del ensayo y error. Los españoles tienen el derecho a equivocarse las veces que necesiten equivocarse, y nosotros no podemos hacer otra cosa que advertirlo, aunque resultemos desagradables, prepotentes, incómodos, molestos e incluso odiosos. En este país en el que la envidia es el pecado nacional no podemos esperar otra cosa, ni evitarlo. Les aseguro que no hay prisas. Los que tenían prisas ya han desembarcado o están a punto de hacerlo. Sólo estamos viviendo las primeras secuencias del largometraje que decidimos protagonizar hace siete años y medio. Queda película y la trama tiene que dar giros inesperados, posiblemente más de uno, más de dos y más de tres aún. ¿Y si el asesino no es el mayordomo?

Y por último, UPyD no va a desaparecer porque en estas próximas elecciones muchos ciudadanos van a valorar el trabajo incansable que en sus pueblos y ciudades han llevado a cabo las personas de UPyD. Muchos van a depositar su confianza en personas de verdad, no en siglas que representan globos de indignación, monstruos de Frankentein cosidos con retales de cadáveres de la vieja política, sumas de proyectos individuales sin objetivo nacional, y mucho menos van a confiar en quienes llevan 3 décadas engañando y robando en nuestras narices.